Por: Iván Jiménez
En esta era del “Agilecoachinismo” podemos ver que cada vez más empresas solicitan estos perfiles y cada vez más personas se convierten real o fantasiosamente en uno de estos tan buscados súper héroes (¿o villanos?).
Y es que sabemos que no hay un camino único para llegar a establecerse como Agile Coach, no hay una sola formación definitiva. Aunque, es una realidad que el agile coach no se forma a partir de un curso de certificación (recuerda, una certificación no dice nada, simplemente que tienes la voluntad de aprender).
Es importante que se tengan conocimientos de agilidad (entendiendo realmente el sistema de valores ágiles que entran en juego al llevarlo a la práctica), conocimientos de métodos ágiles (tener experiencia como Scrum master funciona muy bien), conocimiento de liderazgo, negociación, comunicación no violenta, gestión del cambio, entre otros poderes.
A lo que quiero llegar es justamente a este punto. Existe una delgada línea que separa al Agile Coach como un ser vicioso o virtuoso.
Así como hemos platicado sobre el camino del guerrero ágil, SHU-HA-RI, curva de aprendizaje, o como sea que se quiera llamar, el Coach peligra en entrar en la zona donde su conocimiento se vuelve una maldición.
Y, llegando a este punto, el Agile coach se vuelve un ser con cierto nivel de “superioridad” que puede provocar que sus recomendaciones, más que iniciar como un tema de preguntas poderosas, se convierten en recetas médicas que en ocasiones no curan el mal, sino que lo hacen mayor… ah, pero pobre del alma que tenga la osadía de cuestionar la sapiencia y autoridad del “experto”, porque será juzgado, cuestionados sus conocimientos, asegurando que lo que acaba de decir se lo explicó en persona, acompañado de unas margaritas, el mismísimo Alistair Cockburn.
Está muy bien que el Agile Coach sepa mucho, pero se necesita tener mucho muy desarrolladas las habilidades blandas, para poder pasar entonces a las habilidades duras (acá si toca lucirse con la cantidad de enfoques-métodos-técnicas-conjuros ágiles que conoce).
La implementación de agilidad es un tema complicado y complejo, mucho muy humano. Y si dentro de esto le agregamos la complejidad innecesaria de tener que lidiar con personas que cachetean a otras con libros o conocimientos, vamos a ver una implementación fragmentada, lenta o que definitivamente no dará resultados.
Recordemos que el Agile Coach es alguien que debe predicar de la forma más extensiva posible el tema de ser muy servicial. Su labor consiste en apoyar al grupo de personas con las cuales trabaja a interiorizar la agilidad para poder, en conjunto, llevarla a la práctica y buscar impactar positivamente en los proyectos y esfuerzos llevados al interior de una institución.
Es entonces deber de todo aquel que busque realmente impactar positivamente el mundo a través de la implementación de agilidad que se equipe con los mejores conocimientos, ideas, técnicas, métodos y experiencias pero que, sobre todo, porte siempre el estandarte de los valores humanos como herramienta inicial.
No violencia, más conciencia.