Por: Iván Jiménez
Continuando en este hermoso Universo de la agilidad, me he encontrado historias recientes de una agilidad amarga, que me han inspirado a crear esta entrada.
Desde mi experiencia, nos hace falta mucho camino que recorrer aún para tener un México con empresas que puedan presumir al mundo los dulces y rosados frutos de la REAL agilidad.
Entonces, ¿en qué punto nos encontramos en esta noble misión?
Uno: existe agilidad cosmética
Érase una vez una empresa que tenía problemas como: rotación de personal, baja motivación, demasiados proyectos y poca gente. Uno de los directivos le pregunta a los Dioses el cómo revertir esta situación, y al ver su plato de sopa de letras, aparece la frase “Scrum será tu salvación”.
Listo, la misión ha empezado: implementar Scrum. Pero como nuestro protagonista de la historia es un cortoplacista nivel Omega, necesitamos que todo se logre en tres meses.
Quien ha vivido esta situación, sabe lo oscuro que se pone la situación en cuestión. Y como no se logró transformar al 100% la empresa, pues, Scrum no funciona.
Pásele, lector, a ver otros títulos de esta colección:
“Si hay agilidad, cuando el director no nos grita”
“¿Quién se ha llevado mis métricas”
“Las mil y una noches intentando implementar SAFe… al mes de haber iniciado con Scrum”
Dos: existe agilidad oscura (el temido Dark Scrum)
Si no trabajamos adecuadamente el elemento mindset (la gema de la mente), es muy común estar provocando la aparición de uno o varios anti-patrones de la agilidad.
La agilidad oscura ocurre cuando se manifiestan alguno de los siguientes malignos:
- Con agilidad las cosas tienen que salir rapidito, de buena gana y con todos los cambios que se antojen en el mismo tiempo. Obviamente con calidad. Y todo debe ser para ya, porque no queremos despertar la ira de los Celestiales y provocar despidos masivos (el maligno Tiempos de condena).
- No tenemos tiempo para todos los eventos y procesos de agilidad. Mejor cada uno lo implementa “como puede” y si algún subdirector tiene una idea de mejora brillante de hacer que todo mundo se encierre en un hackathon de 6 meses para sacar el proyecto adelante, listo, una solución elegante para el reto de enfrente (el maligno Lluvia de llamas incesantes).
- Creo que la agilidad no funciona tan bien como se miraba en ese video de YouTube. Mejor vamos a intentar las cosas que están haciendo en el país que más le gusta al CEO y traernos a personas de ese país, porque en México “les quedó grande la yegua” (el maligno Profeta de tierras lejanas).
- La agilidad es amor. Dos personas pueden lograr transformar la empresa que tiene 256,000 colaboradores. Basta con que den dos talleres, compartan tres libros y ejecuten con cuidado dos proyectos piloto. Confío que los demás líderes de equipos y gerentes lograrán aplicar la agilidad por haber estado en uno de esos rituales de agilidad y seremos autosuficientes (el maligno Teatro de la tragedia).
Cada uno de ustedes puede identificar un maligno o incluso tener una hermosa quimera que combina dos o más de los anteriores, con alguna que otro elemento a escoger, como: alas, dientes, diagramas de Gantt o brazos adicionales.
Tres: existe el velo mágico de la agilidad
Inicia la aventura, hacemos lo necesario para tener una implementación saludable, escalable y bien orquestada de agilidad. Y, por si no fuera suficiente bonanza, encontramos el grial: el velo mágico ágil que porta orgulloso el Sponsor de la transformación.
Se pasea por el reino, saludando a los pueblerinos que lo habitamos, nos agradece los esfuerzos, nos regala palabras de aliento que nos ayudan a seguir en la misión. Somos tan afortunados de tener a nuestro sponsor, todo lo hace bien. Huele rico y vive de manera modesta.
Pero, un oscuro día, aparece el hermano perdido del Sponsor, quitándolo del poder, desterrándolo y quemando el velo mágico de la agilidad… todo se ha perdido, todos los avances tecnológicos, modernas técnicas de riego (y gestión) y los papeles de cada quien, en el reino, son cambiados, malversados, convertidos en un caos colectivo que hace que la gente abandone el reino. Bueno, hasta el dragón se hartó y se fue.
El velo mágico de la agilidad, aunque terso y atractivo, hace que la agilidad sea solo un estado, sea solo una prenda que se usa para decorar los hombros y espalda de quien la usa.
Este es solo uno de esos artefactos de transformación, pero necesitamos salir a explorar para encontrar y desarrollar experiencia en el manejo los tres elementos de la agilidad: agua (mindset), tierra (procesos) y aire (cultura ágil).
Bueno, bueno, entonces, ¿no hay cuentos de hadas en la agilidad? ¿nunca viviremos felices para siempre?
La respuesta corta es: no. Cada camino, cada transformación es única, y tendremos días de sol y té helado, días de lluvia y días de frío y desolación. Pero si esto fuera fácil, ¿qué sentido tendría?
La transformación ágil de una organización es un proceso continuo, sin fin, que necesita de personas que la cuiden, la protejan, la defiendan y la refinen con el tiempo. Pero sin duda que hay que sentarnos a disfrutar los avances, aprendizajes y logros obtenidos, que esos llegan de manera continua si tenemos la paciencia para verlos emerger y crecer.
Así que, a echarle todas las ganas a tu labor de agente de cambio, y esos días que te sientas desolado y con ganas de mandarlo todo a volar… piensa que hay personas que como tú están desafiando el statu quo de una organización compleja, logrando avanzar y regresar por el camino.
No te rindas, guerrero de la agilidad. Disfruta cada día y cada lección.
Y colorín colorado, este post se ha acabado.