Por: Carlos Parra Ventura
En general, el oficio del antropólogo suele ser desconocido, o más bien: confundido. En mis tránsitos y deambulares, en los que he tropezado con otros, siempre sale a relucir la pregunta ¿qué hace un antropólogo? Eso cuando bien me ha ido. La mayoría de las ocasiones se relaciona a la antropología con el estudio de los fósiles de dinosaurios o con personas que han desarrollado un amplio expertiz en el reconocimiento y clasificación de vasijas y vasos trípodes. Cuestiones que se visibilizan cuando en la plática con un taxista o alguna amistad surge el comentario “Oye, tú que eres antropólogo, la otra vez me encontré una olla y se ve muy vieja ¿la podrías revisar para saber si vale algo?”
En esas ocasiones no se puede evitar reír y simplificar el quehacer antropológico respondiendo “estudiamos la cultura y la cultura es todo lo que te puedas imaginar”. Respuesta simple y sencilla para salir de apuros, sin embargo ¿qué pasa cuando uno reflexiona sobre qué es lo que puede hacer y aportar en equipos de trabajo interdisciplinarios? ¿qué pasa cuando ya no te preguntan de vasijas sino de tecnología, educación y sociedad? Es más, ¿qué pasa cuando tienes que proponer posibles soluciones a grandes preguntas y, por si fuera poco, hacerlo de manera creativa e innovadora?
Estos han sido los retos a los que me he enfrentado en los últimos 3 meses en un equipo de trabajo, donde los demás tienen sus memorias RAM bien afiladas y una infinidad de programas computacionales listos para desenfundar ante cualquier reto que se les ponga enfrente. Mientras que mi procesador de textos me hace sentir que sólo tengo un escudo de papel para defenderme de las embestidas de la tecnología y lo que implica su desarrollo y aplicabilidad.
Tengo que admitir que esta reciente incorporación ha sido un tránsito inesperado para una persona que sólo está equipada con cientos de libros y teorías; la increíble capacidad de explicar teóricamente desde posesiones demoniacas hasta las diferentes maneras de ir al baño; y, por si fuera poco, narrar sobre los rituales más extraños en diferentes sociedades que incluyen desde alucinógenos hasta complicadas y coreográficas prácticas sexuales.
Y si a lo anterior le sumamos la difícil tarea de crear soluciones creativas e innovadoras a través de la tecnología, tenemos como resultado a un antropólogo que suele estar desprovisto de las capacidades técnicas para realizar dicha labor. Sin embargo, con el correcto manejo de un marco de trabajo colaborativo: el dialogo al interior del equipo de trabajo se ha convertido en la mejor maquinaria de guerra para hacer frente a cualquier reto. En este punto dejamos de ser piezas intercambiables y nos convertimos en una maquinaria capaz de adaptarse a cualquier cambio y reaccionar a la intempestiva voracidad de la vida empresarial del siglo XXI.
Por esa razón mi caminar ha sido por una cuesta empinada, pero retadora y estimulante, donde he podido reflexionar sobre ¿qué diablos puede hacer y aportar un antropólogo? Pregunta a la que después de este tiempo creo tener una respuesta provisional: el antropólogo social es el vinculo necesario para desarrollar productos o servicios de una manera más humana; es decir, el antropólogo está en medio del estira y afloja entre consumidor y diseñador, proponiendo cuestionamientos para que la fuerza no se aplique sólo de un lado o que la cuerda se termine por romper. Respuesta que sé que, con el pasar de los días, seguirá ampliándose por senderos que aún desconozco, los cuales exploraré para hacerle frente con e apoyo de mis compañeros de trabajo.
Por último, quisiera volver a mencionar que este tránsito ha sido una cuesta difícil de sortear, sin embargo, ahora me considero adicto del alpinismo de la innovación. Y sé que en esta travesía no estaré sólo, seguiré aprendiendo de mi equipo, a la par que intentaré transmitir parte de mis conocimientos y, sobre todo, seguiré con la difícil tarea de mostrar el punto de vista de los usuarios sobre un producto o servicio determinado para desarrollarlos de una manera más humana y creativa.