Por: Iván Jiménez @Ivanni_Simons
Si deseas aplicar una forma de trabajo ágil en tu empresa y/o equipo de proyecto, te voy a regalar estas ocho leyes que puedes usar de manera constante y evolutiva, para que vayas adecuando el ADN de la organización a un enfoque ágil que les va a traer beneficios en el mediano plazo.
Ley uno: paciencia y perseverancia
La agilidad no es algo rápido, no es algo que puedas implementar en un mes. Es un camino largo, con obstáculos, pantanos de arenas movedizas, pasadizos secretos y jardines de flores. No te aflijas si no tienes los resultados que esperas rápido. Disfruta el proceso de cambio. En serio, de verdad hazlo. El sufrimiento de hoy es la lección de mañana.
Ley dos: encuentra a tus cómplices
Si te ves como un agente de cambio organizacional que desea implementar agilidad en sus proyectos, consíguete a otros locos insensatos que piensen como tú y que quieran ayudar en la transformación. Serán tus compañeros y estarán contigo en las trincheras. Te ayudarán a curarte las heridas y los ayudarás a curarse también.
Ley tres: prepara tus argumentos
Con tus colegas agentes de cambio, prepara los argumentos que te ayuden a vender el cambio de la forma más humana posible, iniciando con el “¿por qué?” les conviene usar la agilidad en los diferentes niveles de la organización.
Ley cuatro: consigue a un Agile coach
Todo aquel que desea ser mejor, en cualquier disciplina, necesita a un coach que lo motive, retroalimente y exija superarse constantemente. Consigue a un coach de agilidad que te ayude a manejar de mejor manera el cambio y que desarrolle el modelo ágil a la medida de tu organización.
¿No sabes lo que es un Agile Coach? En mi anterior post podrás encontrar en qué consiste este tan necesario aliado.
Ley cinco: la mejora continua como práctica común
No seas complaciente contigo mismo, con una mejora o dos que hagas por proyecto. Tienes que buscar hacer mejoras en todos los aspectos de tu vida. Mejora tus interacciones, tu alimentación, tus cuidados, tus reuniones, tus entregables. Desayuna, come y cena mejoras. Y contagia a los demás de este espíritu aventurero de estar siempre con hambre de hacer las cosas mejor.
Ley seis: prepara tus batallas
No puedes transformar todo lo que toques en oro, como si fueras el Rey Midas. Tienes que ir paso a paso, definiendo tu estrategia y empezando a cambiar la cultura de manera iterativa e incremental. Elige los proyectos, las áreas que van a iniciar la transformación, y ve conquistando poco a poco los diferentes reinos.
No vas a ganar todas las batallas… no a la primera, plantea bien tu estrategia, prepárate para lo mejor, pero espera lo peor.
Ley siete: no te rindas
Tienes que tener mucha energía, voluntad, paciencia y cuidado de no dejarte vencer por las situaciones que lleguen a pasar en el proyecto. La resistencia al cambio, paradigmas, miedo a lo desconocido y mentalidades de las personas saboteadoras son un enemigo en casa que tienes que identificar y poder actuar, para que no te tiren tu cambio.
Apóyate de los buenos, apóyate de técnicas de coaching y mentoring… pero definitivamente a la gente que ni por la buena puedes llegar, toca sacarla del proyecto. Es el último recurso, pero es a veces el último camino.
Ley ocho: instala el cambio en las raíces
Es muy importante que el esfuerzo que estás haciendo sea algo que trascienda, que no se quede en el olvido. Por eso es muy importante que busques dejar el cambio en lo más profundo de la organización, para que no sea superficial y se pueda mantener al paso del tiempo y a los cambios del organigrama.
Tu cambio y la organización en la que se encuentran, están vivos. Por ello, debes cuidarlos, nutrirlos, defenderlos de los que quieran afectarlo, ajustarlo y mejorarlo para que sea un pequeño o gran legado que le dejes a la empresa, al país y al mundo.
El papel de agente de cambio no es para todos. Pero todos podemos formar parte del cambio.
¡Felices aventuras ágiles!